31 enero 2006

UNA PANACEA CAUSAL: LA VELOCIDAD INADECUADA

Me escribe un amigo que sabe de estos líos, mostrándome las artes adivinatorias de la Accidentología Mágica, término acuñado por el accidentólogo argentino Víctor Irureta para nominar las practicas sui generis (o del vete tú a saber de qué chistera ha salido).
Últimamente se emplea mucho la panacea causal de la velocidad inadecuada, con ella se dan explicaciones a bote pronto a todos los accidentes. Y a saber con qué concepto de causa, porque esa es otra. El concepto vulgar de causa (el que emplean las castañeras) no sirve para explicar con rigor y objetividad las causas de fenómenos violentos y anómalos (accidentes y víctimas) que se producen en un sistema técnico de movimiento como es el viario.
Y digo yo que los muertos se merecen algo más de rigor y objetividad (de verdad), a la hora de que alguien salga en los medios diciendo porqué han muerto.
El accidente que me cita el amigo fue con un autobús en una autovía con nieve, el tacógrafo parece que marcaba 50 km/h. ¿Eso es velocidad inadecuada o no?
Podemos repetir la pregunta de otro modo y verás que nos quedamos a dos velas, ¿eso es velocidad adecuada o no?
El concepto de velocidad adecuada (y por tanto, el de velocidad inadecuada) es importantísimo para la seguridad del tráfico viario. Pero hasta la fecha no tenemos noticias de que se haya definido metodológica, mecánica y funcionalmente. Y el día que alguien lo explique habrá que hacer algo decente, porque ese concepto es esencial para mejorar la seguridad de la peña que transita por calles y carreteras.
Ya quisieran los accidentólogos y los ingenieros viarios que alguien les explicara cómo determinar la velocidad adecuada para las condiciones de cada tramo de vía y las situaciones dinámicas que allí se van a producir, hablar de velocidad adecuada es tanto como hablar científicamente de velocidad segura o bastante segura.
Desde luego saber la velocidad adecuada en cada momento y lugar y en cada situación dinámica, no está al alcance de la peña que transita por las vías del planeta, va a ser que no.
El asunto de la velocidad adecuada e inadecuada es uno de los tantos problemas técnicos sin resolver que existen en el sistema viario, sigue siendo uno de los misterios funcionales de la mecánica viaria, pues no lo sabemos, pero lo hacemos, aunque con más fallos que una escopeta de feria.
Y estando así las cosas, habría que hacer una preguntita a quienes dicen lo que dicen: Please ¿nos querría usted explicar cómo sabe que era inadecuada la velocidad que llevaba el autobús?
La respuesta implica definir mecánica y funcionalmente lo que es velocidad adecuada (con lo que se lleva premio), y también los métodos para determinarla (segundo premio), y además nos tiene que explicar cómo la podía saber el conductor del autobús (el premio más gordo de todos, porque así se lo explicamos a la peña viaria del planeta para disminuir accidentes, es lo más guay).
Pero si no nos explica todo esto, es que estamos ante las adivinanzas y alquimias de la Accidentología Mágica, que menos mal que aún no se ha enterado que existe la trayectoria inadecuada, porque el día que se entere van a dar la lata hasta la extenuación.
Ya sé que no me acabas de entender, pues tendría que explicarte por qué no se puede considerar causa a la velocidad. No te lo voy a explicar del todo, pues me haría largo, pero sí te apunto algunas cosas.
Tanto la velocidad como la trayectoria son aspectos de la forma del movimiento de los cuerpos, o si lo quieres dicho de otro modo, son aspectos geométricos del movimiento de peatones y vehículos, y el movimiento sin forma o geometría (sin velocidad y sin trayectoria) no existe.
Pero la forma del movimiento, y por lo tanto, la velocidad y la trayectoria, son efectos (no causa) de las interacciones entre los elementos por los cuales funciona el sistema viario produciendo el movimiento o tráfico, obviamente con su forma geometría.
Tanto la velocidad inadecuada como la trayectoria inadecuada son efectos, son el producto de fallos en las interacciones por las cuales funciona el sistema, salvo que el conductor quiera por su voluntad ir a la velocidad y la trayectoria inadecuada, pero a eso se le llama suicidio y está provocado de propósito, o sea, que también es un efecto y no una causa.
En tráfico normal (no en el mundo de los suicidas) velocidad y trayectoria inadecuada son síntomas evidentes de que el sistema está fallando. Si entonces se produce un accidente, las causas será lo que hizo que fallaran las interacciones produciendo la velocidad y la trayectoria inadecuada (los efectos anómalos en la forma del movimiento).
A veces vemos con cierta claridad velocidades y trayectorias que nos parecen inadecuadas (porque vemos que el accidente está casi hecho), pero la mayoría de las veces ni nos enteramos.
El problema elemental para poder establecer si una velocidad o una trayectoria es adecuada o no, radica en el método de referencia (la geometría no puede estudiarse sin establecer referencias, en el limbo esto no funciona), porque al ser aspectos de la geometría o forma del movimiento, según tengas la referencia así te indicará, es decir, que según sea la premisa (la referencia) será la conclusión (la indicación), si la premisa es falsa o errónea, la conclusión también. Y aún hay que añadir los aspectos funcionales, o sea, cómo lograr que esto lo hagan los conductores y los peatones sin fallar.
Y si esto es complejo para estudiarlo y explicarlo, ¿cómo puede saberlo un conductor o un peatón? Más aún, ¿cómo lo han sabido los que afirman con tanta rotundidad que un accidente ha sido “causado” por velocidad inadecuada?
Y no te cuento nada en cuanto a velocidad excesiva (que excede de los limites legales), porque ya es muy tarde y con este rollo ya es bastante.

Carpe Diem (que no están hechos para tomar disgustos)

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