El sábado 6 de octubre, la carretera que une Elche y Santa Pola, la CV865, añadía otro nombre a su ya larga lista de vidas segadas, fue otra muerte anunciada como lo han sido tantas.
Los muertos acumulados allí año tras año, es suficiente para que su titular hubiera mejorado su seguridad hace años, por simple respeto a la vida de las personas que transitan por ella, por una elemental consideración al prójimo.
Sin embargo, pese a que esos bordillos son la antitesis del concepto de seguridad pasiva y de todo lo que se sabe acerca de ella, y de las consideraciones científicas y técnicas sobre lo que es la seguridad en las carreteras, año tras año, muerto tras muerto, se mantienen en los arcenes amenazando la vida humana que se mueva a su alrededor.
Más aún, como si de un ritual macabro se tratara, cada vez que los bordillos se rompen en algún suceso dramático, son sustituidos por otros nuevos, para que sigan yaciendo ahí esperando cazar a otra víctima, dado que no tienen ninguna función para la seguridad viaria y sólo sirven para que las personas mueran y se lesionen gravemente.
Y por qué se mantiene los postes de las señales de dirección obligatoria que hay en todas las glorietas partidas de esa carretera, que impiden la visibilidad completa de la calzada, poniendo en riesgo mortal a las personas que transitan por ellas.
Si un conductor que se detiene en una de esas glorietas mira a su izquierda y no ve venir a nadie, porque el vehículo que se le acerca está oculto por el poste, como venga otro vehículo por su derecha, esperará a que pase y acto seguido iniciará la marcha como es lógico, pero el vehículo que venía por su izquierda, que no pudo ver al estar oculto por el poste, en esos momentos estará encima de él y no podrá hacer nada por evitar un impacto lateral del que le será muy difícil salir vivo.
Pero, es que ésos postes, lejos de retirarse por respeto a la vida de los que transitan por esa carretera, fueron sustituidos hace unos meses por otros más anchos, que aún ocultan más calzada y vehículos, y durante más tiempo que los postes anteriores, aumentando el riesgo favoreciendo que esos impactos mortales al salir de las glorietas cuando otro vehículo está encima, se produzcan con más frecuencia y cantidad.
Para más incoherencia, las señales que soportan los postes asesinos, tienen poca justificación en glorietas de esas dimensiones, dado que prácticamente no ejercen ninguna función para la seguridad viaria, los conductores ya saben por donde se entra, y no pueden entrar al revés fácilmente, porque no tienen radio de giro para hacerlo tal cual vienen por la calzada principal. Esas señales se justifican en glorietas partidas de mayor longitud y con las embocaduras más amplias, que pueden prestarse a confusiones, no en las pequeñas. O sea, que esas señales y sus postes sólo sirven para matar.
No son las únicas incoherencias técnicas con capacidad para matar que existen en esa carretera, las propias glorietas partidas son un riesgo cuando la intensidad del tráfico es alta (situación frecuente en verano y en festivos), pero no voy a aburrirles describiendo todo lo que allí se observa.
Las peligrosas incoherencias técnicas de la CV865, o de cualquier otra vía, al final se reducen a una simple cuestión de supervivencia y de consideración por el prójimo, y cualquiera entiende que hay que solucionarlas cuanto antes.
¿Qué razones necesitan en la Conselleria, para, al menos, eliminar los bordillos de los arcenes y los postes de las señales que impiden la visibilidad en las glorietas?
¿Cuál es el grado de respeto por la vida y de consideración por prójimo que existe en una Administración que mantiene, repone y hasta aumenta ésos riesgos, sabiendo que existen?
Porque saberlo, lo que se dice saberlo, no lo duden, me consta que lo saben.
12 octubre 2007
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