12 mayo 2007

Los Ayuntamientos y la seguridad vial

Pese a que muchos siguen pronunciándose rotundamente sobre las causas de la siniestralidad viaria con creencias y suposiciones, sin reparar en la poca consistencia de sus afirmaciones, porque esas causas aún no se han investigado como hay que hacerlo para saberlas con acierto, los hechos también siguen mostrando cuál es la realidad viaria. Porque la realidad es tozuda y se muestra como es, por muchos que sean los que se empeñen en afirmar otra cosa.

Cuando se repiten y concentran fenómenos físicos violentos (accidentes y víctimas) en un punto o tramo viario (punto negro), es porque sus causas finales son defectos en las condiciones de los elementos artificiales estáticos, o sea, fallos en las condiciones de la vía, en su entorno, en los objetos que se instalan en ella, en la señalización, en el balizamiento, en el alumbrado, en las normas de circulación, etc.

Claro, que a la mayoría de las personas les es difícil explicar coherentemente cómo provoca accidentes de tráfico una norma mal redactada; un semáforo oculto, mal regulado o mal ubicado; una señal oculta, mal diseñada, mal colocada o incoherente; una marca vial tardía o imperceptible; la falta de balizamiento o su mala ubicación; una recta, cruce, curva o rotonda mal diseñada o mal conservada; una señalización informativa ineficaz, inexistente o tardía; o los objetos que se instalan en las vías, tales como árboles, buzones, carteles publicitarios, papeleras, contenedores y muchas más cosas. Pero, para eso estamos los accidentólogos. Y si bien es cierto que en España jamás hemos tenido tantos expertos en accidentología como hay ahora, también es cierto que jamás hemos tenido a tanta gente que no ha investigado un accidente en su vida dando clases y otorgando títulos de experto en accidentología, sin rubores ni complejos.

La verdad es que somos muy pocos los que sabemos algo de esto, y en general no se atiende mucho a nuestras indicaciones, se atiende mucho más a los pseudo-científicos, que, con sus estudios alquímicos, generalmente basados en presunciones y procedimientos que no pasan una mínima crítica metodológica, plantean soluciones filosófales, tales como reeducar a los 6 000 millones de habitantes de este planeta, para que nos adaptemos a no sabemos qué, pues no definen nada con claridad y coherencia; o haciendo rocambolescas operaciones estadísticas por las cuales se afirma que por cada km/h que se reduzca la velocidad se salvarán miles de vidas, aunque no se de ni se halle explicación física coherente que echarse a la boca y sea digerible por las neuronas.

No se imaginan la cantidad de estudios que hay acerca de la percepción del riesgo por parte de los usuarios, pero, sin definir lo que es riesgo en el sistema viario; y claro, si sus autores ya no saben definir de qué estamos hablando cuando se refieren al riesgo viario, difícilmente van a poder explicarnos cómo lo perciben los usuarios.

Más peor aún, lo que es físicamente la seguridad viaria estaba sin definir hasta que un servidor, tras varios ensayos, escribió una definición física de "Lo que es riesgo y seguridad en el sistema viario" (1). Sin embargo, en este mundo hay hasta catedráticos de seguridad vial sin definir en qué consiste físicamente la materia de su cátedra, ni cuál es el modo de materializar lo que es físicamente la seguridad viaria, porque, claro, es imposible hacerlo si antes no se sabe y se define físicamente lo que es eso.

Pero sigamos con lo indicado en el título. Los hechos muestran descaradamente que el 80% de los muertos de las carreteras de España se producen en la red secundaria y en la red local, es decir, que cuando los fenómenos físicos violentos (accidentes y muertos), se repiten y concentran en la red secundaria y local, pese a que soportan mucho menos tráfico y a menos velocidad que la red principal, es que los fallos que los producen se encuentran principalmente en las condiciones de los elementos artificiales estáticos de la red secundaria y local, o sea, fallos en las condiciones de la vía, en su entorno, en los objetos que se instalan en ella, en la señalización, en el balizamiento, en el alumbrado, en las normas de circulación, etc. Fallos que hay que detectar y explicar metro a metro para poder solucionarlos, mejorando la seguridad aprovechando los recursos e inversiones que dispone la Sociedad para poder hacerlo; porque eso, aumentar la seguridad, es lo que realmente hace disminuir los accidentes, las víctimas y su gravedad.

Todo eso es en carreteras, pero la siniestralidad urbana es la gran desconocida en España. Los datos que se pueden ver en las memorias de las policías locales de una provincia, sobrepasan las cifras de la siniestralidad urbana en los registros de la DGT sobre esa misma provincia, indicando que la realidad urbana puede ser más de diez veces superior a los datos que le llegan a la DGT, en coherencia con los registros de las aseguradoras.

Si la responsabilidad de la seguridad de la red secundaria se reparte entre el Estado, las Comunidades Autónomas y las Diputaciones Provinciales, los Ayuntamientos ostentan en exclusiva la responsabilidad y la obligación de actuar sobre la seguridad de la red local de carreteras y caminos, y de las calles, plazas y avenidas.

Y que los elementos artificiales estáticos, la vía, su entorno, los objetos que se instalan en ella, la señalización, el balizamiento, el alumbrado, etc., actúan de modo determinante sobre la seguridad y la siniestralidad del movimiento de los peatones y vehículos (elementos dinámicos), es un hecho que no entra en el ámbito de lo que es científicamente opinable en materia de accidentología y seguridad vial. Claro, que, ¿acaso importa?

1. Galardonado con el Premio Nacional AIPCR 2007 Construcción, mantenimiento y explotación de carreteras, a la excelencia profesional en los campos científico y técnico.

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